Cuando un ser querido nos deja...

Una cuestión importante es hasta qué punto estamos preparados para afrontar un duelo. Conocer los sentimientos normales y, sobre todo, discriminar cuándo necesitamos ayuda y pedirla es algo crucial para la salud física y psíquica de la persona.
El fallecimiento de una persona cercana es una circunstancia vital que produce sentimientos de pérdida, vacío, tristeza y pena desbordantes para el sujeto. La realización de las actividades cotidianas se vuelve costosa, casi imposible. 

Los sentimientos de culpa aparecen siempre. La culpa por no haber cuidado más a la persona o a la relación, por no haber estado ahí y haber impedido el fatal desenlace… Todo ello es normal en un principio, a la vez la persona se da cuenta de lo irracional de las culpabilidades. Cada uno lo afronta como puede.

En el caso de los niños la situación es especialmente delicada. Supone enfrentarse a algo a la que su psiquismo no está preparado. Necesitan un entorno muy cuidador que les ayude a digerir un mundo repentinamente inhóspito y cruel. Con frecuencia aparecen dificultades de atención y/o aprendizaje. 

A veces la persona puede enfrentarse a la situación con recursos propios. En otras ocasiones la negación o el mirar para otro lado son un afrontamiento patológico del duelo.

La ayuda terapéutica el duelo es necesaria cuando la angustia y las enfermedades se intensifican. Permite desprendernos de la culpa, expresar los sentimientos sean cuales sean, acogerlos sin enjuiciarlos y, de esta manera, interiorizar a la persona perdida. El objetivo es sentir la presencia del ausente de una manera positiva, cariñosa y enriquecedora.

Formulario de contacto

Los campos marcados con * son obligatorios